BOCIO

El concepto de Bocio es muy antiguo y se ha definido para múltiples problemas, si bien debemos concretar y cuando hablamos de Bocio nos referimos simplemente a un crecimiento de tamaño de la glándula tiroides, independientemente del mecanismo y de la causa del mismo.

Se puede clasificar según su estructura, según su funcionalidad y se puede diferenciar igualmente según el origen.

Cuando simplemente aumenta el tamaño de la glándula de forma global, se habla de Bocio Difuso, en contraposición a cuando se hace de forma localizada, formando lo que se denomina nódulo tiroideo, pudiendo ser simplemente nodular o multinodular cuando hay varios nódulos, que pueden incluso ocupar toda la glándula, denominándose Bocio Multinodular (BMN). A veces estos nódulos son sólidos, debido a crecimiento localizado del tejido tiroideo o quísticos, por formación de coalescencia de la estructura quística de la glándula, por hemorragias dentro de la misma que acaban reabsorbiendo la sangre y restando solo material líquido.

En ocasiones la dieta inadecuada, sobre todo por alteración del aporte de Yodo en la misma, es causa de bocios, que a veces se concentran en poblaciones con nivel de este elemento bajo (o alto) en la dieta y se habla de bocio endémico.

Como la función del tiroides es producir hormonas, según sea esta función podemos diferenciar Bocio Normofuncionante si la tasa de hormonas en sangre es normal, Hipofuncionante, cuando se reduce la tasa de hormonas en sangre o Hiperfuncionante cuando aumenta esa tasa. 

A veces la modificación de la tasa de hormonas no alcanza valores patológicos, cuando el mecanismo de contra-regulación ejercido por el eje Hipotálamo-Hipofisario, con la liberación o disminución de TSH logra regular la formación de hormonas por el tiroides, en estos casos hablamos de hipo o hipertiroidismo subclínico.

A veces el origen puede ser inflamatorio, inmunológico como reacción autoinmune e incluso tumoral, hecho que hay que valorar.

Como síntomas habitualmente el bocio es escasamente sintomático, a veces solo detectado por el médico en el curso de una evaluación por otro motivo, no obstante los síntomas que puede presentar pueden deberse al aumento de tamaño del tiroides, que puede ser detectado visualmente por un aumento de la parte baja del cuello, palpable como un engrosamiento en la región tiroidea, que característicamente asciende al tragar. 

A veces el aumento de tamaño se asocia a compresión de las estructuras vecinas, de las que destaca la tráquea o el esófago, causando, en los casos severos, compresión de la tráquea con problema respiratorio. A veces solo causa sensación de cuerpo extraño a nivel cervical, en relación con dicho aumento de tamaño.

La glándula tiroides se relaciona con el nervio laríngeo inferior o recurrente, por lo que, en casos severos y muy concretos, puede causar afectación de dicho nervio y parálisis de una cuerda vocal.

Cuando produce un desequilibrio hormonal puede generar síntomas de hipo o hipertiroidismo, a valorar en cada caso.

Ante la sospecha de un bocio se precisa una evaluación clínica, con palpación cervical y estudio de la función de la laringe con una endoscopia para determinar la posible alteración de la movilidad de la cuerda vocal, sobre todo si hay alteración asociada de la voz o disfonía.

Se debe hacer una valoración de la función tiroidea, con estudio de hormonas tiroideas T3, T4, TSH y en su caso anticuerpos antitiroideos, además de los parámetros analíticos que se considere indicado.

Como valoración estructural la prueba que mejor resultado obtiene es la Ecografía tiroidea, con evaluación de la glándula y de los nódulos según los estánderes reconocidos.

En algunos casos, para valorar la actividad de algún nódulo tiroideo, se puede realizar una gammagrafía tiroidea, que mediante el uso de isótopos radiactivos que se fijan al tiroides, evalúa la función de este.

En casos en los que la indicación lo recomiende se practica una punción tiroidea, que permite estudio citológico de la muestra para determinar riesgo de patología tumoral mediante la escala de Bethesda, y ello nos mostrará la indicación de cirugía tiroidea.

El tratamiento del bocio en general se relaciona con los síntomas endocrinológicos, con aporte de hormona tiroidea en casos de hipotiroidismo y con antitiroideos (o cirugía en casos extremos) en hipertiroidismo.

En caso de síntomas compresivos, puede precisarse cirugía para resecar la glándula y tratar la compresión.

Se hará un seguimiento con control del crecimiento mediante ecografía, con Punción si existiera indicación de ello, así como control de analítica con función tiroidea (T3, T4, TSH y anticuerpos, fundamentalmente).

En cualquier caso la existencia de un bocio no es indicativo de problema importante, al ser muy prevalente en la población, pero se debe conocer y controlar.