DISFAGIA Y COVID

La pandemia por coronavirus COVID-19 ha cambiado la forma de relacionarse, de trabajar e incluso de enfermar. Ha hecho que se manifiesten síntomas que antes eran evidentes pero con menor incidencia, como sucede con la anosmia y los trastornnos del olfato.

En un grupo numeroso de pacientes, sobre todo tras su paso por unidades dee hospitalización y cuidados intensivos hemos visto incrementada la incidencia de alteraciones de la deglución, que si bien eran síntomas previamente conocidos y estudiados, en estos pacientes adquieren especial relevancia al incidir sobre un estado funcional y respiratorio deteriorado, con el riesgo de empeorar el mismo.

Así en pacientes que han sufrido infección por COVID-19, y sobre todo si han requerido estancias en Unidades de Cuidados Intensivos, encontramos como secuela un trastorno de la deglución que implica la dificultad para tragar. La progresión de la enfermedad grave de la Covid-19 a menudo se asocia con el desarrollo del síndrome de dificultad respiratoria aguda y puede requerir algún tipo de soporte respiratorio, incluida la intubación endotraqueal o traqueotomía y la ventilación mecánica, que precisan de una nutrición enteral a través de una sonda nasogástrica para alimentar al paciente.

Estas condiciones aumentan el riesgo de disfagia y aspiracións y según un trabajo publicado en la revista 'Dysphagia', en general, la prevalencia de disfagia aumenta en el 56 por ciento de los pacientes después de 48 horas de tratamiento con intubación orotraqueal.

Así, las intubaciones prolongadas, el déficit de función pulmonar residual y la pérdida de masa muscular (sarcopenia) pueden producir dificultad para tragar.

El riesgo incrementa por las afectaciones neurológicas y por el periodo prolongado en que los pacientes no emplean los músculos implicados en la deglución, que sufren una atrofia a la que se asocian los fallos en coordinación neurológica. Según el “European Journal of Neurology” entre las diferentes complicaciones de la Covid-19 pueden resultar en daños en las funciones centrales y periféricas responsables de la deglución que conducen a la disfagia.

El acto de tragar implica la coordinación de estructuras corticales, subcorticales y del tronco del encéfalo, así como de nervios y músculos periféricos y hay ciertas complicaciones de la Covid-19 a afectan a toda esta red, según se ha demostrado.

También se ha demostrado la existencia de una tasa algo más elevada de parálisis faríngea o laríngea o, al menos, pérdida de fuerza en esa zona que repercute en la disfagia.

En pacientes que precisan una traqueotomía para prolongar la ventilación mecánica, la complicación más frecuente es el edema laríngeo debido a que puede producirse abrasión de la mucosa, inflamaciones, hematomas o úlceras en las cuerdas vocales. Esta lesión también puede incrementar el riesgo de disfagia y aspiración.

Las consecuencias de la disfagia son similares a las de pacientes sin COVID, con mayor riesgo de asfixia y de neumonía por aspiración, así como de un retraso en el retorno a la alimentación oral, de desnutrición o deshidratación y una disminución en su calidad de vida.

En muchos casos, tras el alta después de haber sufrido el COVID, entre las secuelas persiste la disfagia que obliga a los pacientes a portar una sonda nasogástrica o una gastrostomía o en casos menos extremos a seguir de forma prolongada una dieta adaptada.

Así en los pacientes que han presentado COVID y mantienen un grado de disfagia resulta necesario realizar una valoración del estado de la función deglutoria. Esta valoración será:

-       Evaluación clínica de la situación actual, considerando el estado previo al actual trastorno.

-       Una exploración clínica completa de las estructuras deglutorias, así como valoración de la situación nutricional.

-       Exploración endoscópica mediante Videoendoscopia de Deglución (FEES).

-       Evaluación de potencia muscular oral mediante sistemas como el IOPI.

-       Exploración radiológica mediante Videofluoroscopia de Deglución en los casos en que tras las exploraciones previamente expuestas se considere indicado.

Tras esta evaluación se realiza una planificación terapéutica que permita la mayor recuperación posible de la deglución del paciente.