QUISTE BRANQUIAL

En el cuello podemos encontrar una patología congénita con cierta frecuencia que son los quistes cervicales. Estos quistes se pueden dividir, según la localización, determinada por su origen en quistes laterales y quistes de la línea media. Los quistes laterales son los quistes branquiales y los de la línea media son los quistes tiroglosos.

Dentro de la maduración de las estructuras del cuello en el feto la mayor parte de los órganos del cuello se originan de unas bolsas y unos relieves que se forman desde la superficie del feto y que se denominan arcos branquiales. Según que arco branquial, acaba desarrollando unas u otras estructuras del cuello. 

En el proceso de formación de estas estructuras, los arcos branquiales acaban desapareciendo, dejando sitio a las estructuras formadas. 

En algunos casos, sin un motivo claro para ello, estos arcos no desaparecen y se mantienen en forma de quistes, denominándose QUISTES BRANQUIALES. 

La localización y sintomatología varían según el arco branquial del que procedan, pero se tienden a manifestar como una masa en la parte lateral del cuello, que a veces asocia un pequeño orificio denominado fístula, procedente del origen en el ectodermo del embrión del arco branquial y que suele comunicar con el quiste y del que a veces sale un contenido de aspecto mucoide.

Se trata por tanto de una alteración congénita, presente al nacer, pero muchas veces no se manifiesta hasta la adolescencia o la edad adulta, como hemos dicho como un bulto cervical lateral con escasa sintomatología asociada, salvo por el hecho de que a veces se puede infectar y causar un absceso cervical, circunstancia en la que se diagnostican muchos quistes branquiales.

Ante la sospecha de un quiste branquial se realiza un estudio de imagen consistente en una ecografía y un TAC, que suelen confirmar las características quísticas de la lesión y en ocasiones se plantea confirmación de su naturaleza mediante una punción, que confirma dicha naturaleza.

El único tratamiento del quiste branquial es la cirugía, mediante un abordaje del cuello y extirpación completa del quiste y del trayecto fistuloso si existe con disección del mismo de las estructuras con que se relaciona. Los resultados son generalmente muy satisfactorio, sobre todo en los casos en que no ha tenido infecciones de repetición que pueden causar adherencia a planos cervicales con cicatrización que dificulta el acto quirúrgico y su posterior cicatrización.